Porque quiero ser revolucionaria de mi propia vida...

viernes, 27 de enero de 2012

Despertar

Puedo ser como el invierno más frío si el movimiento de la vida cesa, roto, ante todas las banalidades que cada día salen a pasear de mano de los que quieren dominarnos como marionetas que comen y callan.
Si lo justo en esta sociedad es la injusticia del pan de cada día.
Puedo, incluso, volverme morada de querer explotar cada vez que intentan tapiar mis ideas con absurdos ecos de consumismo, que esconden la intención de volver olvidadizas nuestras conciencias a la hora de priorizar.
Ser una pesadilla para el resto por no dejarme callar, por no ser una necia más.
Que se escuche mi voz para creer que existirá mi futuro, porque lo tengo, porque lo quiero.
Porque quienes nos lo están arrebatando tienen el suyo seguro en este presente.
A costa de nuestros sueños, nuestros proyectos, nuestros planes, nuestras ganas. A nuestra costa.
Tengo 24 años y un carro de sueños gigante.
No puedo hacer como si no pasara nada, aunque es lo más fácil.
Pueden tacharme de apostar demasiado en la utopía. Y, sí, por qué no; háganlo. Ahora querer creer, pensar en avanzar, en que esto puede solucionarse si las herramientas comienzan en un grito fuerte, de todas nuestras voces juntas. Las voces que apuestan por la calidad de vida, las que dejan salir sin miedo lo que pensamos.
Porque sabemos lo que no queremos.
No es tan dificil. Yo ya he despertado.
Y nadie va a pararme. Y me puede, más que nada, la revolución de los derechos humanos, más extintamente inhumanos, cada día.


Fotografía extraída de la red.



Pastillasparanosoñar.

domingo, 15 de enero de 2012




Fotografía realizada por Tere López y retocada por mi.

Tenía una grave enfermedad que en ocasiones se burlaba de las contraindicaciones que surgían de la represión de latidos y emociones palpitantes de vida y que, también, por momentos, le aterraba con la posibilidad de volver a caer en picado.
Una verborrea excesiva de sueños le circulaba por la sangre a toda velocidad. Infiltrándose en cada día nuevos deseos de conocer lugares y personas recónditas en un universo de superficiales matices grises. Deseos de desconocer miedos y volar para acercarse al éxtasis de lo que le apasionaba la vida, viendo desde lejos como quedaban a flote aquellos males que le tanto le dolió aprender.
Se mostraba reacia a una realidad absorbente de cualquier condición de alma. Su rendición ante ese fácil espejismo satisfactorio para tantos, suponía una muerte lenta en una vida larga. Y, ¿cómo morir donde brotaban las ganas, sobresalientes, de unas intensas raíces de heroica supervivencia en el fondo de un mecánico cuerpo?
Esa enfermedad podría acabar con ella poco a poco, reduciendo su existencia a la mera vida.


nostalgia*

sábado, 7 de enero de 2012

Y cada día un cielo.

Sentí tristeza a la llegada de la navidad.
Siempre me recorre la añoranza, una añoranza de casi no recordar, de talar del corazón los recuerdos y cambiarlos por los nuevos, de madera. De la desgana de seguir con el guión...
Pero, una vez llegados mis pasos al calendario, miré de cerca y sentí cómo cada vez estoy un poco más viva, que mi árbol se desborda de motivos que, pendientes bailan, y brillan intermitentes, lejos de caer en lo estático de cada año.

3 de Enero de 2mil12.

He aprendido a ver como las estrellas que más quiero brillan más que nunca en el cielo y como, también, las personas que más quiero están cerca y rebosantes de vida.
Como, con los que se encuentran lejos se estira, sutil, el tiempo, para dejarnos caer un poco más cerca. Y celebro cada día que la amistad es una de esas ramas que añejas oxigenan el camino, que recicla las sonrisas y nos cambia la visión de este mundo del que tantas veces quisiéramos escapar.
Y amar contigo, dentro de esta paleta de colores que cada día jugamos a inventar, mientras nos pasa el tiempo, contándonos las arrugas de tantas cosquillas al corazón.
Son muchas personas, muchos gestos, muchos momentos, los que me han hecho volar y desviarme de esa neblina que nos azota con días de esperanza opaca. Aprendí a desaprender cada día lo establecido, a sentir de qué manera es tan corto el trayecto como para dejar de sorprendernos.
Me he refugiado de las pequeñas cosas para enfrentarme a todo tipo de temporal que se crea capaz de desmontar la ilusión que tengo por la vida, por confiar y por seguir creyendo con más fe que nunca en mi mayor dogma; que es el que se esconde bajo la piel de las personas.
Y aunque este año que dejamos atrás ha sido menos bueno que malo, más gris que soleado, tambaleándonos bien fuerte los cimientos que sujetaron nuestras vidas, nuestro sitio. Me siento con una fuerza inabarcable para sonreírle fuerte al que tenemos por delante y, si de algo estoy segura es que estos días me han servido para no olvidar que lo que más feliz nos hace...son esas personas que tenemos en nuestra vida.

Y, lo mejor de todo, es que el regalo más bonito aún está por llegar.


Osregalounaescena.