Porque quiero ser revolucionaria de mi propia vida...

sábado, 12 de julio de 2014

Be traveller, my friend!


Comenzaré liberándome con esta frase que, hace poco solté de modo espontáneo y que se ha convertido en el legado de nuestro viaje y es que "es mucho más fácil ser amable que no serlo" o, en su defecto "It's easier be kind than unkind person" fue exactamente así como lo dije, puesto que este viaje ha sido vivido casi constantemente en otro idioma.
Podéis imaginar entonces la vomitona de palabras que is coming puesto que dos semanas son muchas, no por no hablar en castellano, lo cual me motiva bastante, si no por no encontrar un hueco si quiera para escribir. Eso sí que lo necesitaba...si no, ahora mismo, con cuatro horas de sueño y no se cuántos litros de lágrimas derramadas en un adiós muy seeyousoon, Ipromiseyou no estaría escribiendo despierta, lo estaría haciendo soñando, que creo que se me da mejor. Anyway...
Estoy marcada. Marcada de nuevo. Estas dos semanas han vuelto a sacarme las alas como hace mucho tiempo no lucía, ha sido precioso, y es que cómo puedo verme tan guapa volando, es increíble. He vuelto a recobrar esa energía que me aportan las nuevas cosas, reunirme de nuevo con mi amiga, de Polonia y trayéndome tantísimo calor, que somos tan sumamente diferentes al mismo tiempo, pero cómo una experiencia tan grande como fue mi voluntariado puede unirte tanto a las personas y a la vida y, de repente darte cuenta que no somos tan diferentes como creíamos, que la cultura nos sella pero al fin y al cabo las personas giramos alrededor de lo que sentimos, nuestro latido es el epicentro del mundo y así es como nos vemos reflejadas en otras. De repente te das cuenta como alguien que vive a kilómetros, que es nieve y tu sol, que tiene prisa por tener calma y tú tienes calma por tener prisa, ese alguien tiene un mundo interno como el tuyo y das gracias por encontrar aquel espejo dónde pudiste verte reflejada, aquella experiencia en un lugar totalmente diferente del mundo, dónde te miraste tú y la viste a ella. A mi me encanta tomar consciencia de esto, qué queréis que os diga. Me hace sentir muy grande.
Hago referencia nada más comenzar a mi frase-legado que poco tiene que ver quizás con ningún descubrimiento relevante para el universo pero que yo me la quedo como mi eureka particular, porque estas dos semanas en las que nos hemos dedicado a viajar, me he sentido la persona más afortunada del mundo.  Por ello sería muy injusto darle todo el mérito a la suerte, la verdad sea dicha, porque creo que mucho tiene que ver con las acciones que cada persona va sembrando en su camino. Esto tan sencillo, se convierte en un mapa sin pérdida de lo más útil cuando sólo quieres disfrutar del lugar a través de las personas que lo sostienen girando y te hacen girar a ti también...dándote un vuelco la vida.
De los lugares por donde alzamos el vuelo, no podría quedarme sólo con uno, sino con la cantidad de personas que me han hecho conocerme mejor y conocer el mundo a través de un idealismo que vive en la tierra, que es palpable y por donde se puede caminar y ser feliz a la vez. A través del cual la gente tiene su propia religión y el que nadie confunde con pájaros que vuelan en una cabeza que reside en la sociedad del individualismo, la prisa y el humo de la envidia.
Doy gracias a la vida por tener momentos de lucidez y disfrutar de cuanto me pasa, por esa intensidad que es mi materia prima y de la que tanto he renegado siempre. Ahora estoy aprendiendo a quererla y a usarla como brújula para llegar a donde quiero, ese lugar que aún está borroso pero del que saltan muchas chispas.
Me los guardo todos, todos los momentos de estos catorce días y mil noches. Todo el sueño acumulado ha merecido la pena, todas las horas que alargamos en cada lugar, con cada persona. Todas las personas que han estado con nosotras; mi gente de siempre que siguió dando todo lo que son y lo que tienen y los que nunca antes vi pero fueron capaces de abrirnos sus puertas a través del café, de indicarnos la manera de llegar al mismo lugar pero por otro camino más tranquilo y con más luz, de hacer una fiesta de cada segundo vivido, de mostrarnos como la vida somos personas viajando al mismo tiempo con diferentes destinos y que cuando por casualidad llegan a cruzarse en una milésima de segundo, estallan los fuegos artificiales y todo cambia y se vuelve de colores y entonces te enganchas a la vida y no puedes dejar de vivirla ni un sólo segundo.