Porque quiero ser revolucionaria de mi propia vida...

miércoles, 31 de julio de 2013

Un año más...Agosto*


Asoma Agosto, lo veo por el rabillo del ojo.
Puedo oler a sierra, sentir el sol del mediodía atrapado entre calles estrechas, el olor del café instalado en toda la casa, que permanece para mi, con unas horas de retraso, y el tomate rallado esperándome en un plato, mientras el resto de la casa está en marcha, prácticamente, desde que se escuchan de fondo las voces de las señoras que, a primera hora de la mañana van a comprar el pan.
La casa llena de gente, la intimidad; de vacaciones hasta Septiembre, las puertas abiertas, salir en pijama a la calle, la fuga de una hora fija para la comida, l@s prim@s, l@s ti@s, l@s parientes lejanos, las más puras tradiciones familiares instaladas en ese pueblo que me parece eterno.
Las risas a las horas de comer, los postres en sobremesas interminables, las siestas tapadas con una mantita fina, la brisa de la montaña, el agua de la piscina petrificada, las noches que parecen no tener fin.
Las amistades que crecen y se estiran, aunque sólo tengan refuerzo un par de veces al año, desempolvar la bici y pedalear el tiempo hacia atrás, cuando tenía diez y coger moras era apasionante.
Las excursiones, los paseos, reconocer a todo el mundo y que todo el mundo te reconozca.
Las fiestas del pueblo, las borracheras, la noche de la lluvia de estrellas, que llegue el frío y se active la nostalgia de que el verano está llegando a su fin.
Lo inolvidable de cada año.
Y es que, repetir esto desde aquel verano en el que aún estaba en la barriga de mamá es, por qué no decirlo, una de las grandes fortunas de mi vida. Que sí, que adoro el mar y siempre he querido veranear en algún pueblito de mar...pero a mi éste, el pueblo dónde bajo una sierra inmensa se esconden las raíces de mi familia, dónde he crecido, dónde me enamoré por primera vez, dónde sigo jugando hasta el día de hoy, dónde inevitablemente el disfrute es un plato que se come a todas horas, dónde mejor se come, dónde me dejo un par de lágrimas cada año para cerrar el verano, éste pueblo...


es una montaña de felicidad en dónde planté el árbol de mi vida....para siempre!

Bonitoremember:)

Crónicadehacedosveranos

viernes, 26 de julio de 2013

Paseandole al tiempo.


Recuerdo estar viviendo entre recitales de poesía.
Ir zanjando mis pasos del color de cada sueño y despertarme con cada realidad afilada al mismo tiempo. Supe llevar ambas cosas, como una balanza volcada de una brújula a la que solamente le soplaba el viento de la vida, tan diferente y en ocasiones tan igual.
Me cegué de sonrisas que fui cultivando en cada esquina, porque siempre encontré un motivo, por recóndito que estuviese, para echarle una carcajada de cariño a la vida. También me afligí como nadie por noches en las que la luna latía más pequeña y me parecía tiritar a oscuras el mundo.


Lo cierto es que llegué a coleccionar las espinas de todos los peces que me parecían morir en mi mar cada vez que desataba un oleaje y los sentimientos no me llevaban a buen puerto.
Me equivoqué como nadie y cada error es hoy una escalera erguida que levanta fuerte mi columna vertebral.
Fui sembrando un tiempo amarillo dónde a la esperanza la regaba el sol y al mismo tiempo me llovían miedos  de hierro, pero así es como era mi tiempo.
Y fui creciendo hasta hoy, cuando parece que la vida no acaba, si no que a pesar de lo fácil y lo complicado, de lo aprendido y desaprendido, del tiempo dulce y del amargo, tengo unas ganas locas de ver qué pasará mañana, qué inventaré para hacerlo más bonito o que querré olvidar para que duela menos...

***

sábado, 6 de julio de 2013

Un año de felicidad*


Querido Antonio:
Hoy cumples tu primer año de vida, exactamente son 365 días los que estás en este mundo y, lo más importante, dentro de nuestra familia.
Llegaste en la madrugada de un calurosísimo seis de Julio, unas horas después de que tu mamá y yo llegásemos a casa tras un día de piscina juntas, recuerdo mirar la enorme silueta que marcabas dentro de la barriga de tu mamá y cómo vívimos juntos tu último mes dentro de esa barriguita; estuve cada día contigo hasta el día en que decidiste salir de allí y, cada movimiento que hacías, lo admiraba con muchísima ilusión.

Así que decidiste llegar unos días antes de lo previsto, alrededor de las dos de la madrugada, ¡tuvimos que salir corriendo tu mamá, tu papá y yo!
Miles de nervios y una sensación de impaciencia se reunieron para que el momento diese lugar a una orgía de sentimientos inexplicables, no puedes hacerte una idea del revuelo que formaste en un sólo instante.
En el hospital, mientras mamá y papá esperaban a que llegases, yo pasé la noche esperándote en la sala de espera, cerquita de ti, dónde el aire acondicionado era terroríficamente gélido y los asientos como parte de un equipo de tortura, pero aún con esto, era capaz de experimentar la dulzura del momento y, he de confesarte, que gran parte del tiempo la pasé durmiendo porque como buena  marmota era lo menos que podía hacer. Much@s coinciden en que en eso y en las pestañas, es en lo que te pareces a mí. Parecerá una tontería pero a mi me hace ilusión que tengas algo mío, aunque se trate de esas pequeñas cosas.
Lo mejor de todo es que tienes un millón de cosas preciosas en ti que son tuyas, propias...
Y, por fin, ¡¡llegaste!!!
Para esa hora, una de tus abuelas y yo ya estábamos juntas y más tarde llegaría el resto de familia; ¡menuda capacidad de convocatoria la tuya! ¡Todo el mundo estaba ansioso por conocerte!
Te recuerdo perfectamente, y no sé si es porque eres tan nuestro, pero a mi me pareciste el bebé más bonito que había visto nunca, tan gordito, con la cara tan redondita, con esos mofletes tan lindos... Y a partir de ese momento, fuiste lo más especial que hemos tenido nunca.
La cara de tus papás era algo grande, rebosaban de alegría y emoción y es que...es un amor tan diferente a todos los demás, es un quedarnos a vivir en cada una de tus sonrisas, un entregarnos a tus carcajadas. Definitivamente trajiste la alegría debajo del brazo y a lo largo de todo este año hemos estado experimentándola y viéndola crecer a la vez que tú lo has hecho...demasiado rápido.
Por todo esto y por lo que nos queda, gracias por regalarnos un año inolvidable, te deseo la mayor felicidad del mundo.
Yo, estaré a tu lado y te querré siempre, mi gordito.