Porque quiero ser revolucionaria de mi propia vida...

martes, 5 de mayo de 2015

Atardeceres que vuelan*





Comenzaré diciendo que este atardecer es un atardecer prestado que vivió a largos kilómetros de los que yo acostumbro a ver.
No sólo por eso es especial, sino porque la persona que me lo envió, me lo regaló. Ella sabe que para mi los atardeceres son muy especiales, no sé si es consciente de hasta qué punto, pero aquí lo tengo hoy conmigo, meciéndome de luz. Me dijo que podía hacer lo que quisiese con él y yo lo guardé con una sonrisa inmensa para cuando de verdad lo necesitase; hoy es un buen día.
Voy a necesitar de él varios días,incluso podría improvisar un calendario en el que colgarme de él y mirarlo para que me mime como si sus días fuesen de algodón.
Creo que es un atardecer perfecto porque está visto desde sus ojos, que ¡tanto echo de menos!
Por ello me adelanto a pensar que, precisamente a esta persona bonica, le gustará encontrarlo aquí. También hoy, detrás de estas letras, hay un homenaje para ella, tantas veces rumbo, tantas veces timón.

Y, es que, la primavera se ha instaurado rara. Este año no me llegan tan fácil sus caricias de azahar y tengo plantaciones de incertidumbre en cada retazo de mi estómago. Se me da genial tirar los días por la ventana, convertirlos en basura, y me inspira la tristeza que me da alas para planear y gozar del vértigo de temblar desde arriba, de donde nacen los sentimientos más puros.
Soy el desorden de las páginas de miles de libros que alternan capítulos largos con café corto y me alimento de chocolate para sonreírle a un mundo que, me repugna tantas veces como lo vuelco para encontrar el oro sin careta que brilla, el que vive dentro de algunas personas que son los molinillos flacos del mundo; las que lo levantan y lo hacen latir sin que nadie lo sepa. Pero ahí estoy yo, que levanto mucho más de un metro del suelo y tantas veces me siento del tamaño de un botón viviendo en una lucha constante por abrocharse al mundo y ser alguien.

Por todo esto me nutro de este atardecer que me recuerda que no todo es tan oscuro como cuando me regodeo de tristezas y miedos, que ser humana forma parte de este trueque con la vida en donde unas veces te da días que rebosan de sol y otros quedan eclipsados por la parte menos lúcida del mundo. Pero siempre hay personas que son capaces de encenderte la luz y, de repente, me vuelvo medianoche que abraza, que abraza a quien me mima de lejos con un atardecer; quien desde la distancia me calma sólo con su deambular por el mundo sonriendo y haciendo que todo se torne un poquito más fácil.
Puede ser que sea un hada y no lo sepa....¡puede ser!

Si-em-pre*