Porque quiero ser revolucionaria de mi propia vida...

lunes, 10 de septiembre de 2012

Llegó el momento de volar*

Cuando las personas nos damos cuenta de que somos un intenso libro de posibilidades, llega el miedo y las ganas de salir corriendo. Es mucho más cómodo dejarse llevar, fluir por la inercia de los días, ser otra pequeña parte más de la inmensa ciudadanía.
Pero si abres los ojos, sin miedo, con fuerza, y te enfrentas a todo lo que puedes llegar a ser, a todo lo que puedes llegar a vivir si crees en la convicción de lo que sueñas, en la capacidad por encima de todo de hacerlo real, entonces preparas tu alma para el mejor trabajo de tu vida; el de vivir tu sueño.
Yo siempre quise volar, pero tengo un pánico inexplicable a los aviones.
Aunque cada vez que iba paseando por la calle, cualquier día, yo volaba. Me paraba a pensar en la vida de las personas que me iba encontrando y no conocía, imaginaba una situación totalmente improbable, sonreía a las personas que me parecían diferentes y los días que estaba gris, miraba cabizbaja al suelo o al infinito de la espalda de la última calle.
También volaba desde mi cama, desde mi trabajo, desde la biblioteca, desde sus ojos. He volado desde tantos sitios que, cuando cogí este último avión, me pareció demasiado silencioso.
Lo cogí y comenzó mi aventura.
Realmente a día de hoy aún no encuentro un verdadero porqué al por qué he venido hasta aquí, por qué me he inmerso en este entresijo de momentos. Pero lo que sé con certeza es que siempre, al menos desde que yo lo recuerdo, sentí algo en mi interior que me impulsó a irme a otro lugar, con otras personas, a compartirme, a regalar lo mejor de mi, a ayudar a l@s demás, a disfrutar de otras culturas, a absorber la riqueza de la vida en diferentes rasgos, diferentes formas de mirar las cosas, en diferentes formas de mirarnos. Mi destino siempre fue volar.
Así que esta mañana, me encuentro en un balcón en frente del mar, en un pequeño pueblo de Grecia,  pensando sobre cómo todo esto ocurrió finalmente, qué me impulsó a hacerlo y aunque aún no encuentro realmente la respuesta, una verdad que me deje sin palabras; sé que detrás de esto está mi batir de alas, mi encuentro con la vida, mi vuelta a casa en un tiempo, con mi gente, tras unos meses reveladores, unos meses  que podrán ser años. Un trozo de mi libro escrito, del que nazcan, sólo con un poquito de la luz que sea capaz de guardar dentro de mi, los siguientes capítulos con un mismo nombre: vida.
Volveré a planear cerca de estas letras pronto.... Aquí os dejo mi prueba de que soy feliz.





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