Porque quiero ser revolucionaria de mi propia vida...

martes, 10 de julio de 2012

Un mar de hielo*



Y un día te das cuenta y te encuentras, presa del  silencio y aferrada a conversaciones nocturnas que miran con los ojos del espejo, sin miedo, revolviendo toda esa templanza violeta que te ahoga,  desencadenando el vendaval que no te ciega. Y al tocar lo más cercano a la esencia, se desgarra el pecho de miedos vestidos de conciencia. Y no te reconoces, dándote cuenta de que los relojes ya no te quieren, sólo, a pasos rápidos y de puntillas, te frenan, para que no caigas en ese precipicio donde estás. Donde viven tus latidos, lo más profundo de tu sentir, todas esas cosas de las que huyes y te escondes volando para no encontrar la libertad.



Un día, un no muy buen día, te conoces y tienes más frío que nunca; deja de calentarte el mar, las caracolas donde te escondías para no escuchar, los ruidos lejanos que viven en los silencios, la sonrisa de la luna. El invierno se hace eterno y se congelan tus sentidos.

¿Y si alguna vez dejas de no conocerte?
¿Y si un día no puedes sorprenderte?
Ábrete al viento y respira de todas esas cosas que hoy te hacen ser quién eres, mécete fuerte con la melodía del aliento que hoy empuja tu vida.

 Mañana será otro día.

*****




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