Porque quiero ser revolucionaria de mi propia vida...

domingo, 4 de noviembre de 2012

Reflexión interna en tinta ajena.




"Sin embargo, cada vez  que debo hablar de mí mismo me siento, en cierto modo, confuso. Me veo atrapado por la clásica paradoja que conlleva la proposición: <<¿Quién soy?>>. Si se tratara de una simple cantidad de información, no habría nadie en este mundo que pudiera aportar más datos que yo. No obstante, al hablar sobre mi, ese yo de quien estoy hablando queda automáticamente limitado, condicionado y empobrecido en manos de otro que soy yo mismo en tanto que narrador -víctima de mi sistema de valores, de mi sensibilidad, de mi capacidad de observación y de otros muchos condicionamientos reales-. En consecuencia, ¿hasta qué punto se ajusta a la verdad el <<yo>> que retrato? Es algo que me inquieta terriblemente. Es más, me ha preocupado siempre.
Sin embargo, la mayoría de las personas de este mundo no parece sentir ese temor, esa incertidumbre. En cuanto tienen oportunidad hablan de sí mismos con una sinceridad pasmosa. Suelen decir frases del tipo: <<Yo parezco tonto de tan franco y sincero como soy>>, o <<Soy muy sensible y me manejo muy mal en este mundo>>, o <<Yo le leo el pensamiento a la gente>>. Pero he visto innumerables veces como personas <<sensibles>> herían sin más los sentimientos ajenos. He visto a personas <<francas y sinceras>> esgrimir sin darse cuenta las excusas que más le convenían. He visto cómo personas que <<le leían el pensamiento a la gente>> eran engañadas por los halagos más burdos. Todo ello me lleva a pensar: <<¿Qué sabemos, en realidad, de nosotros mismos?>>"

MURAKAMI, H. Sputnik, mi amor. Tusquets: Barcelona, 2011, p.65.

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