Porque quiero ser revolucionaria de mi propia vida...

lunes, 17 de noviembre de 2014

De pasiones y vuelos*


Tan pronto como el aprendizaje llega y puedo olerlo empiezan todos mis deseos a desatar un huracán de ganas que me hace levitar por la calle. Sumida en mis pensamientos, mirándome en los ojos de nadie y viendome en un lugar que no reconozco encuentro a los coches rezumando humo, patinando en las calles como una melodía que nace con el cigarro de después de alguien que aún goza en alguna parte.
Y mientras yo sigo ahí, pequeña, latiendo dentro de mi abrigo, rodeada de pasos que al trote van pensando sin pensar, pero envuelta de un conocimiento que estoy comenzando a experimentar, que me embriaga aún no sabiendo nada todavía, pero me tiene borracha a las siete de la tarde de un Lunes cualquiera, y qué más da. Sonrío a la gente sin querer y la mirada, de la vergüenza, se me cae al suelo, pero luego vuelvo a mirar al frente y veo el infinito tan cerca que me encanta.
Es lo que queda de las nubes un dibujo navegando en un cielo azul marino que me hace beber de su estela, entonces pienso que el día ha terminado y que esta noche volverán a evaporarse todos mis sueños, los que van siempre a parar a la azotea que encendida vive dentro de mis costillas. Y me da tristeza pero es bonita, prometo peinarme los días guardándome amaneceres en la retina.
Soy como una olla a presión de cuánto siento y a veces me engancho a la vida con esas mismas ganas que también me atan a la cama cada mañana. Vivo paradójicamente y reconozco que muchas veces la incoherencia me hace volar, pero al final me levanto y guardo secretos entre las sábanas para poder respirar.
Asumo mi culpa cuando me sumo al mundo como alguien más, me avergüenza mi facilidad para exponer mis debilidades cada vez que hablo o miro, cada vez que tiemblo o brota mi inercia biológica de entorpecer cuanto está a mi alrededor, pero adoro ese estado que de repente se enciende y me ata a la pasión, me hace volverme loca de vivir. A veces tan efímero como el corazón de un orgasmo, entonces me agarro a todos los clavos ardiendo que me besan los sueños y tiemblo, me río de ganas y me muero de vida.
Hay días que deberían ser guardados, hay momentos que valdría la pena cosernos al esternón y hay mariposas que deberían volar eterna y anarquicamente aquí adentro.
Y cuánto más sueño, más lucida me siento.

*

1 comentario:

  1. Me ha requeteencantado. Y las últimas 5 líneas son de infarto. Tu person

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