Porque quiero ser revolucionaria de mi propia vida...

jueves, 17 de marzo de 2011

Masculinidades.

Puede resultar paradójico que, estudiando un Máster en Género e Igualdad y declarándome feminista, no desde ahora, sino desde siempre, aunque ahora puedo declararme coherentemente como tal, ya que es ahora cuando realmente comprendo qué es el feminismo, comience hablando en este rinconcito mio sobre las "masculinidades"; ese espacio donde se desarrolla la construcción social de género que quedó encasillada para los hombres.
Pues esto, realmente tiene su lógica.
Pienso que es preciso ahondar (y esto es un enfoque global de mi filosofía de vida, no sólo con el feminismo); sumergirnos entre esa tierra que cubre las raíces donde se encuentran tantos por qués entrelazados y complementándose para crear la sombra de un árbol que sólo tiene espacio para cobijar al sector masculino, quedando históricamente, pero no eternamente para disgusto de muchos, relegadas en un segundo plano.
Y ahondando, ahondando...quisiera hablar de las masculinidades. Sí, en plural; ya que no existe una única forma de entender la masculinidad. Esta masculinidad ha sido un hecho social que ha propiciado que los hombres hayan vivido sus masculinidades en función de unos roles establecidos, los cuales siempre los han colocado en el primer puesto; privilegiados, en el poder en todas las esferas de la vida, con la fusta de la sumisión hacia las mujeres, perfilando esa jerarquía que los dejó siempre en el pico del iceberg. Pero sepan que ésto, a pesar de  ser un rascacielos gigante de privilegios para ellOs, también ha supuesto una serie de restricciones en su universo emocional que, en la mayoría de ocasiones, no les ha dejado desarrollarse como personas con necesarios sentimientos de debilidad; no les dejó expresar sentimientos como el miedo o la tristeza, recordando esa tan explotada frase de "los niños no lloran", reduciéndose tales formas de sentir a sentimientos de ira en los que, en mayor o menor medida, delimitan ciertos rasgos de violencia que caracterizan en mayor medida al género masculino.
Es por ello que me pareció de verdadero interés para la intervención: herramienta necesaria que ha de llevarse a cabo desde, incluso antes de nacer, este fragmento del libro Feminismo para principiantes :

"Es necesario explicar a niños y jóvenes que ser hombre no impide ser dulce, sensible o cariñoso y enseñar a los niños a atender sus necesidades domésticas y a compartir responsabilidades en el hogar. Enseñarles a cuidar y no sólo a proteger a los demás. Ayudarles también a reconocer el dolor y las angustias, a expresar los sentimientos y pedir ayuda, a buscar apoyo y consejo. Aclararles que no necesitan demostrar que son fuertes, valientes... y que tampoco es realmente importante no serlo demasiado. Y decirles que la heterosexualidad no es sinónimo de masculinidad ni motivo de orgullo, ya que en el mejor de los casos sólo es la expresión de la orientación del deseo sexual. Insistirles en que hay que pedir permiso para tener contactos sexuales y aceptar las negativas. Porque no es cierto que un no es un quizás y un quizás, un , si insisten (...)."






Y cada día con más fuerza para que esto deje de ser cosa de idealistas.



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