Porque quiero ser revolucionaria de mi propia vida...

martes, 15 de marzo de 2011

El mundo*

Quisiera hacer un regalo, para todas aquellas personas que andan algo perdidas en el respirar hirviente de las aceras, con su mochila llena de ganas de vida y vacía de temor por las derrotas ganadas para sus cicatrices de mentira.
Es como un himno, o un destino de lunes por la mañana, un discurso de sabiduría para la necedad, e incluso tal y como es capaz de narrar uno de esos suspiros sólo nuestros; para no ser contados. Un grito para el desdén o un despertador del alma.
Es un regalo que no es mío, aunque lo hice mío, y lo abro cada vez que encuentro un eco que me habla del vacío. Se trata de un cuento que transmite una particular visión del mundo:

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado,desde allá arriba, la vida humana. Dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso. Reveló -. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y hay gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende .
 
-Eduardo Galeano-

Suerte.

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