Es como un himno, o un destino de lunes por la mañana, un discurso de sabiduría para la necedad, e incluso tal y como es capaz de narrar uno de esos suspiros sólo nuestros; para no ser contados. Un grito para el desdén o un despertador del alma.
Es un regalo que no es mío, aunque lo hice mío, y lo abro cada vez que encuentro un eco que me habla del vacío. Se trata de un cuento que transmite una particular visión del mundo:
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado,desde allá arriba, la vida humana. Dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso. Reveló -. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y hay gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende .
-Eduardo Galeano-
Suerte.
QUe cosas mas bonitas escribe mi hermana!!!!
ResponderEliminarUn besazo guapa!